El balance entre cantidad de uva y desarrollo foliar es un aspecto crítico para la composición de la uva, ya que el efecto sumidero de la uva frente a la superficie foliar, como fuente de fotosintatos, resulta fundamental, dada la repercusión que dicho balance puede tener en el desarrollo del viñedo y en la composición y la calidad de la uva (Candar et al. 2020). En muchos casos, la limitación del nivel productivo unitario es pretendido como factor principal para alcanzar cotas de alta calidad en el vino, olvidando la importancia que tienen, además de la relación fuente-sumidero, otros factores ambientales y de manejo del canopy (Candolfi-Vasconcelos et al. 1994), los cuales condicionan el transporte y la distribución de los compuestos orgánicos producidos durante la fotosíntesis y la asimilación de nutrientes (Keller et al. 2015).
Una práctica simple utilizada para reducir la carga de cosecha anual es el despampanado (eliminación parcial de pámpanos) de la cepa, que evidentemente reduce el número de racimos de la misma, pero que modifica el nivel de la relación fuente-sumidero, ya que reduce tanto la superficie foliar cono el número de racimos, y, por tanto, puede alterar el metabolismo interno de la planta (Kliewer y Dokoozlian 2005). Evidentemente, la reducción neta de la carga de cosecha provocada por el despampanado suele perseguir la modificación de las condiciones de maduración de la uva, tanto a través del efecto en el propio metabolismo de la planta como del efecto en el entorno microclimático (Keller 2015). Sin embargo, la repercusión en los aspectos agronómicos y en la composición de la uva depende de la competencia que se establezca por la recepción de fotoasimilados con los órganos de reserva y el crecimiento vegetativo como sumideros de dichos fotoasimilados (Wisdom y Considine 2022).
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