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La gran proyección de los cultivos leñosos en España

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OTROS LEÑOSOS

06/07/2023

9 minutos en leer

España es una gran potencia en el sector de los cultivos leñosos y no es por casualidad. Las ventajas que tienen este tipo de producciones -viña, olivar, frutos secos, cítricos…- son innumerables y pasan por una reducción de los costes de producción, mejor aprovechamiento de los recursos, mayor mecanización ante la falta de mano de obra en la agricultura o por ser cultivos permanentes más sostenibles y que consumen menos agua. Ante estas evidencias, son muchos los agricultores los que se deciden a optar por los leñosos y numerosas las investigaciones que a su alrededor se están llevando a cabo.

A día de hoy ya existen en el mundo 73 millones de hectáreas dedicadas a cultivos leñosos, cifra que sin duda refleja la importancia de estas producciones y las ventajas que suponen para los agricultores que se dedican a ella y que han optado por esta alternativa.

España y Portugal son una de las principales potencias mundiales en cultivos leñosos que, además, han proliferado en gran medida en los últimos años. En concreto, España es el mayor productor y ostenta la mayor superficie de olivar, así como la mayor superficie de almendra y de viña del mundo, independientemente de que en unas campañas nuestro país se mueve entre la primera, la segunda o la tercera posición en producción, conjuntamente con Italia y Francia.

¿Por qué han prosperado tanto los cultivos leñosos en nuestro país? El consultor agrario, analista agrario internacional y profesor de la Universidad de Jaén, Juan Vilar, afirma que “el 1% del total de la superficie de la Tierra es agua dulce accesible, lo que significa que el ser humano llega a ella para abastecerse y, por lo tanto, hay muy poca agua. Más del 40% de los países tienen estrés hídrico y, ante este escenario, los cultivos leñosos por norma general requieren bastante menos agua que, por ejemplo, la alfalfa, el algodón…, y su rentabilidad, además, es muchísimo más alta”.

Por su parte, Mario González-Mohíno, ingeniero agrícola y de medio rural, director técnico de Gestiexplot y CEO de Agromarketing.online, afirma que el motivo por el que los agricultores se “han lanzado” a apostar por otros cultivos, como el almendro o el pistacho, es muy claro, “al final España no es un país competitivo en la producción de cereal, por diferentes motivos: la climatología, el coste de los inputs, abonos, fertilizantes y herbicidas es bastante alto y, en un mercado internacional, si tus costes de producción son más elevados, la rentabilidad escasea”.

Ante esta situación, aparecen como alternativa otros cultivos, como el almendro o el pistacho, “que al ser productos de un valor añadido, son más fáciles de defender, además de contar con las condiciones climatológicas y de suelo idóneas; la rentabilidad de los cultivos leñosos está directamente relacionada con el precio de venta del producto final. España aún es una potencia pequeña, porque el precio del almendro lo marca principalmente Estados Unidos y del pistacho Irán, con lo cual que seamos competitivos en precio y mantener esa rentabilidad dependerá de lo buenos que seamos nosotros en defender ese precio”.

Asimismo, el sector hortofrutícola requiere de una transformación, buscando mayor rentabilidad, como explica el investigador de la Estación Experimental de Cajamar Las Palmerillas, en Almería, Juan José Hueso: “Esto se está haciendo vía introducción de nuevas variedades, que son más productivas y muchos de los cultivos, como el almendro, han crecido porque se han obtenido variedades que tienen una floración tardía y se está produciendo su expansión a otras zonas que escapan de las heladas”.


Ventajas de los cultivos leñosos

Las ventajas de optar por cultivos leñosos las señalan los expertos: mayor rentabilidad, sostenibilidad, reducción de costes… Mario González-Mohíno sostiene que, para reducir costes, los cultivos leñosos intensivos son idóneos, “porque la mecanización es el factor diferencial de estos cultivos, que provoca una reducción drástica de los costes de producción, debido a la reducción de los tiempos de trabajo y mano de obra”.

En segundo lugar, este modelo de cultivo permite un mejor aprovechamiento de los recursos, “el agua de riego, la luz, el suelo, y esta optimización se traduce en que haya mejor ratio entre productividad y, en este caso, aprovechamiento de la superficie, en relación a cultivos tradicionales”.

González-Mohíno señala, además, un tercer factor, “hay un grave problema para encontrar mano de obra especializada y el hecho de mecanizar labores como la recolección, poda, manejo de suelos, etc., provoca que estos cultivos representen una alternativa mucho más interesante que cultivos que dependen de mano de obra”.

A este respecto, el secretario general de ANSEMAT (Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria, Forestal y de Espacios Verdes), Ignacio Ruiz, afirma que “después del COVID, se ha visto que estos cultivos son muy sensibles a la falta de mano de obra y que son oro para nuestra economía; no podemos estar en riesgo de que haya problemas externos y no dispongamos de mano de obra suficiente para poder cosechar. Por este motivo, se buscan formas en las que se introduzca cada vez más la mecanización”.

Juan Vilar apunta, dentro de las ventajas, al valor que está adquiriendo la tierra, “la media que se está pagando en Europa por tierra de cultivo leñoso es entre 60.000 y 70.000 euros/hectárea; incluso se ha llegado a pagar hasta dos millones de euros por una hectárea de regadío en Francia. Hay una demanda muy elevada, no hay tanta tierra para abastecer y los precios son cada vez más altos”.

Siguiendo con las ventajas, “son cultivos permanentes, que evitan la erosión desde el punto de vista medioambiental, son más sostenibles, fijan más CO2, porque consumen menos agua, fijan población y son mucho más rentables”.

“El agricultor de cultivos leñosos es más sofisticado, porque requiere un mayor conocimiento, una mayor agroindustria, ya que cada leñoso necesita una agroindustria muy desarrollada, además de operarios más preparados y formados que puedan desempeñar la actividad de manera adecuada en toda la cadena de valor”.

Maquinaria e innovación

Desde ANSEMAT, Ignacio Ruiz, explica que en los últimos años se ha producido un cambio en las inversiones realizadas por los agricultores: “Desde el año 2012 hemos detectado un cambio de tendencia, la inversión en maquinaria se ha sustituido por inversión en plantaciones de cultivos leñosos”.

“Los agricultores vieron que se estaban produciendo cambios en la rentabilidad de sus explotaciones, por un lado, la reforma de la PAC no incentivaba la renta de sus cultivos y, al mismo tiempo, con las dos crisis alimentarias a nivel mundial de 2008 y 2012, no ha habido especulación en los mercados globales de grano, por eso no ha habido incrementos importantes de precios y los cultivos extensivos dejaban de ser rentables”.

Ante este escenario, hay otro tipo de cultivos que no dependen de los precios de los mercados internacionales. “Desde 2012 comienzan a crecer las hectáreas de cultivos leñosos, como olivar y frutos secos, y eso ha llevado a España a mejorar la balanza comercial del sector agroalimentario y estar a la cabeza en exportaciones”, afirma Ignacio Ruiz, quien añade que este cambio estructural ha sido muy positivo para su sector.

“Porque los cultivos leñosos son los que tradicionalmente más mano de obra necesitan y la mecanización no estaba tan implantada, pero estamos viendo que ya se está produciendo una inversión impresionante en tecnología intentando abarcar todas las fases de producción”.

“Todas las tecnologías son esenciales para estos cultivos leñosos, porque la trazabilidad tiene mucho más alcance y beneficio que en otros, ya que la gran mayoría se pueden consumir en frescos; aquí lo que importa es la conexión con otros sectores productivos y hablamos de ponernos a la cabeza en tecnología, no solo maquinaria, sino también en riego, por ejemplo”.

Ignacio Ruiz sostiene que España es un país puntero en tecnología y que bien puede “sacar pecho” en este ámbito; “sabemos que hay más de medio millón de hectáreas de estos cultivos que todavía no están en producción y esto supondrá un mercado enorme para mecanizar”.

Por su parte, Mario González-Mohíno afirma que la transformación de la agricultura permite una introducción más sencilla de la tecnología, “que te facilite la automatización de procesos, como el riego, y la optimización de muchas labores que te permiten ser más eficiente en cuanto al manejo de los cultivos”.


Beneficios de la maquinaria

¿Y qué beneficios aporta la maquinaria en el sector de los leñosos? Ignacio Ruiz explica que “se busca garantizar la recolección, la calidad de las labores, minimizar los riesgos que pueden existir por falta de mano de obra, búsqueda de rentabilidad y de inversión; la inversión en maquinaria se prolonga a lo largo de su vida útil”.

Además, desde ANSEMAT subrayan que la utilización de maquinaria no va en detrimento de la pérdida de empleo; “se busca la tecnificación de esos empleos en el sector, contar con mano de obra cualificada, que introduce más conocimiento en la explotación y en el cultivo; la cuestión es que la maquinaria no quita empleo, sino que lo sustituye y reduce el trabajo intenso que supone estar trabajando al aire libre. Sin duda, la mecanización busca la mejora de la rentabilidad y las mejoras de trabajo en el medio rural”.

Producción y adaptación

En los últimos años ha habido una evolución considerable en el manejo de los leñosos, tal y como explica Juan Vilar, “el olivo o el almendro son capaces de producir al tercer año, pero si se planta en primavera, te adelantas un año; también se ha logrado que el pistacho produzca al cuarto año, sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los leñosos valen para la misma tierra”.

En este sentido, Vilar explica que un olivo es mucho más adaptable que el pistachero. “A este le ocurre que requiere una cantidad de horas/frío para que evolucione positivamente tanto la flor como el fruto; lo mismo ocurre con el aguacate, que requiere de mucha agua y además una climatología tropical”.

El menos “sofisticado” a la hora de plantar es el olivar, “por eso la mayor parte de grandes compañías, fondos y family office, se están centrando exclusivamente en el olivar, porque es muy adaptable, consume menos agua, se puede recolectar 100% de manera mecánica y su agroindustria está completamente desarrollada”.


Investigación y tendencias

La tendencia hacia la que se dirige el sector es ir hacia plantaciones más intensivas, un mayor número de plantas por unidad de superficie, “lo que busca es más producción, mejorar la calidad y reducir costes”, explica Juan José Hueso.

“La clave es que necesitamos no solo poner más árboles, porque entonces sería muy sencillo, el árbol necesita un espacio y ha habido un gran avance en cuanto a patrones y portainjertos; estamos diseñando pies que requieran menos terreno”.

Hueso matiza que una de las características que se busca es que la planta tenga menos vigor, “un carácter enanizante, para que ocupe menos y necesite menos espacio para desarrollarse, lo que permitirá reducir los costes de mano de obra de operaciones como la poda o la recolección, que se harán de una forma más sencilla y más rápida. Esa es la clave y hacia donde vamos”.

Un ejemplo claro es el níspero, del que se cultivaban 500 plantas por hectárea y actualmente se están cultivando 2.300; “hemos utilizado un patrón enanizante, que era el membrillero; podemos combinar especies como patrones y el membrillo hacía que los nísperos fueran más pequeñitos”.

Otro factor sobre el que se investiga y se avanza es la precocidad. “Veíamos que en el segundo año teníamos una producción importante y en el tercero se había alcanzado el potencial máximo de la plantación, mientras que en la tradicional no se alcanza producción hasta el quinto o sexto año; consigues precocidad y la plena producción la alcanzas antes”.

En el caso de los cítricos, existen también selecciones de patrones enanizantes, intentando, además, hacer muros de vegetación para optimizar la producción. “Estamos buscando formas planas, como si fuera un seto de jardín, más eficiente y que te permite introducir nuevas técnicas y abre un mundo de posibilidades”.

Hueso explica que en el ensayo que se están realizando con cítricos “estamos intentando combinar una plantación intensiva, unas 1.600 plantas por hectárea, cuando lo habitual son 500, además de modificar también la poda y, además, incorporándole la filosofía de sostenibilidad desde el principio: conservando el suelo, poniendo cubiertas vegetales, incorporando restos de poda en el suelo que generen materia orgánica, ser más eficientes”.

Respecto al aguacate, la investigación se dirige a intensificar la producción y ser muy eficientes en el uso del agua y nutrientes, “porque en la parte del sur de España la sequía hace estragos y si no tienes una dotación hídrica adecuada estás perdido”.

Además, se están haciendo investigaciones de frutales en invernadero, “todo el conocimiento que se ha generado para producir hortalizas lo estamos aprovechando para producir frutas tropicales y exóticas y nos está dando muy buenos rendimientos y rentabilidad; son alternativas para los productores y les ayuda a diversificar”.

Papaya, maracuyá, fruta de la pasión…, “al final el cliente es el mismo, el que compra tomate o pimiento también compra aguacates, frutas tropicales…, si diversificamos el riesgo con varios productos el agricultor será más fuerte”.

Oportunidad de inversión

El sector inmobiliario rústico también ha detectado la importancia de los cultivos leñosos en España. Héctor Rodríguez Marrero, Associate Director Agribusiness en CBRE España, afirma que “lo que más buscan nuestros clientes son principalmente fincas que sean aptas para producir cultivos de alto valor, y esos cultivos son los leñosos. Los inversores ven una gran proyección en estos cultivos, una grandísima oportunidad de inversión”.

La intensificación de los cultivos provoca un gran avance en la mecanización, “desde CBRE vemos que esto hace que la rentabilidad de este tipo de proyectos y de modelos agronómicos sea muy interesante. Cuando hablamos de agribusiness hablamos de toda la actividad económica alrededor de la cadena agroalimentaria; la mayor parte de nuestros clientes son clientes institucionales, con mucho capital, fondos patrimonialistas, capital riesgo y ahora fondos de pensiones y aseguradoras”.

Desde este sector tan especializado se recomienda, a todo aquel que quiera adquirir una explotación, un buen asesoramiento, “es fundamental que haya un asesoramiento integral antes de comenzar, cuanta más información se recoja, mejores decisiones se tomarán y mayor será el retorno de la inversión”, matiza Héctor Rodríguez.

“Son inversiones cuyo horizonte temporal se prolonga durante más de 20 años, por eso es imperativo hacer un estudio de suelo, de mercado, para decidir qué es lo ideal; alejarse de tendencias y de modas y hacer un estudio a largo plazo”.


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