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Cooperativas y nuevas tendencias de mercado. La investigación marca el camino

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ECONOMÍA

11/10/2023

9 minutos en leer

Nuevas tendencias, un consumidor con gustos cambiantes, nuevos consumos… a día de hoy nada es eterno y el escenario cambiante en el que se mueve el mercado, en el que varían las inclinaciones del consumidor, ha hecho que las cooperativas hayan dado un paso de gigante a la hora de innovar y lograr atender a las demandas del mercado. El trinomio consumidor-agricultor-cooperativa supone una cadena necesaria que, además, ha supuesto que las cooperativas se hayan transformado y sean un actor más que imprescindible a la hora de introducir nuevas variedades en el mercado.

Dentro del sector agroalimentario, las cooperativas son, probablemente, las empresas que más I+D+i tienen; sus inversiones en investigación aumentan a lo largo de los años, pero lo que sigue invariable son sus objetivos: garantizar la máxima rentabilidad del agricultor y atender a las demandas de un consumidor cada vez más cambiante.

Las cooperativas han logrado en los últimos años poder subirse al carro de la innovación, pensada para dar respuesta a las nuevas tendencias, sobre todo dentro del sector hortofrutícola, donde surgen nuevos productos y se generan nuevas variedades.

La pieza clave en este escenario es el sistema cooperativo, que trabaja en una misma dirección y que tiene como fortaleza la unión de sus socios, agricultores que, cada vez más, se sienten comprometidos e interesados en producir nuevas variedades y darle al consumidor lo que busca: calidad y sabor.

El director general del Grupo Cooperativo Fruits de Ponent, Josep Presseguer, afirma que “básicamente de lo que se trata es de comercializar el producto cooperativizado”, no solo por su calidad, sino por venir de un sistema como el cooperativo, que para él es el ideal. “Llevamos el gen cooperativo hasta nuestras últimas moléculas, es una figura absolutamente democrática, que te permite dar cobertura prácticamente integral a toda su sociedad y un instrumento a través del cual el socio quiere ganarse la vida y dar respuesta a las demandas del consumidor”.

¿Y cómo detectan las nuevas demandas de consumo? La cooperativa catalana tiene comunicación directa y fluida con sus clientes, “son los que nos informan constantemente de todo lo que va llegando, de las inclinaciones del consumidor, y a través de estudios de mercado podemos conocer lo que la gente quiere”, afirma Josep Presseguer, “que básicamente es disfrutar con lo que come”.

Matiza que los gustos del consumidor se inclinan por la jugosidad del fruto, que sean crujientes y de una apariencia que atraiga, “el consumidor siempre quiere lo mejor y es normal que intentemos darle lo que pide, pero hay que tener en cuenta que el árbol da de todo, por eso es necesario segmentar la producción”.

De ahí que la producción que no se puede valorar para fresco se destina a zumos, cremogenados y todo tipo de materia prima para la industria transformadora.

I+D en las cooperativas

La cooperativa de segundo grado Onubafruit apuesta firmemente por la innovación, de hecho, su director general, Francisco Sánchez, afirma que “las cooperativas somos las empresas que más I+D tienen; en nuestro caso tenemos 12 campos de ensayo y en la producción de arándanos tenemos la mayor tecnología que hay en el mundo. Los sistemas de riego y de ahorro de agua que tenemos están a la altura de lo mejor”.

Sus campos de ensayo van enfocados al mercado, “que está claro que es un ente cambiante, y de manera muy rápida; lo que pasó en fruticultura hace cinco años ya es la prehistoria, de hecho, si vemos las variedades de antes de hace cinco años prácticamente no queda ninguna”.

La cooperativa está constantemente investigando en lo que quiere el mercado y demanda el consumidor. “Fruta más grande, más dulce, más resistente y de más calidad”, matiza Francisco Sánchez, que además sostiene que “aparte de estos gustos del consumidor, está el nuevo método de cultivo, además de las variedades, es decir, comprobar cómo responden si tienen mucha agua, si tienen poca agua, con productos químicos, sin ellos, que se adapten a las nuevas normativas… toda la I+D está encaminada a que el agricultor se adapte a los tiempos que corren y siga teniendo rentabilidad”. La directora de la Fundación del Grupo AN, Maite Muruzábal, afirma que dentro del sector hortofrutícola la producción en fresco tiene su complejidad, “porque trabajamos la sostenibilidad, la reducción de recursos, tanto de agua como de todo tipo de insumos. Y la investigación va por ese camino, porque buscamos la sostenibilidad no solo medioambiental sino también económica, puesto que nos preocupa el relevo generacional”.

Muruzábal sostiene que la tendencia va encaminada a la producción ecológica, “es lo que ahora está sobre la mesa, aunque el mercado nacional, de momento, no lo está demandando como se preveía; la propia PAC está planteando un porcentaje de las explotaciones en cultivo ecológico”.

“El ecológico es una apuesta muy fuerte, pero no vemos que se acompañe con la demanda del mercado, que no lo solicita tanto. El consumidor mira mucho todavía ese plus que se debe pagar por ser un producto ecológico”.

El Grupo AN está inmerso en el Proyecto Alissec en consorcio con otros socios. “Detectamos un fuerte cambio de cultivos a raíz de la PAC, que va a marcar una posibilidad de cultivos de rotación como los guisantes, habas, lentejas, garbanzos… Estos cultivos iban a coger más peso debido a la PAC”.

“Estos productos que hasta la fecha eran menores iban a tener un mayor volumen y por eso hemos trabajado en el proyecto adaptando variedades que se cultiven mejor en unas zonas que en otras, valorizando así los nuevos productos con nuevos negocios, adelantándonos dos o tres años a las necesidades del mercado y de las nuevas formas de consumo”.

En la cooperativa Vicasol están constantemente innovando, modernizando y automatizando sus centros de manipulado. Su presidente, Juan Antonio González, lo explica: “tenemos un departamento propio de investigación y un laboratorio propio; investigamos semillas, nuevas variedades, productos que se demandan en la agricultura. Tratamos que las variedades sean las más adecuadas a cada zona”.

Además, esta cooperativa también está apostando fuerte por el ecológico, “a día de hoy tenemos en torno a las 350 hectáreas en ecológico; dentro de las cuales ya tenemos 10 hectáreas certificadas para el tipo de cultivo en Biodinámica, que es el tipo de cultivo ecológico más exigente y cuya principal característica se basa en producir en armonía con la naturaleza. Está claro que la tendencia va por ese camino”.


Detectar las nuevas demandas del consumo

Las cooperativas se encuentran en la primera línea a la hora de detectar las exigencias del consumidor. Maite Muruzábal explica que en su cooperativa existen diferentes vías: “Por un lado tenemos las secciones, que están en el día a día de cada una de sus áreas y ven que tendencias tienen, tanto de mejoras como de lo que hay en el mercado. Desde la Fundación estamos, además, abriendo el foco con las posibilidades que existen de traspaso de unos sectores a otros, tanto tecnológicos como de tendencias, y por otro lado trabajamos con centros tecnológicos, universidades, alianzas…, donde operamos a medio-largo plazo, siempre abriendo el foco, buscando hacia dónde va el consumidor y los hábitos de consumo”.

“Esas nuevas tendencias se trasladan a los técnicos de cada una de las secciones y a partir de ahí hacemos jornadas, eventos, etc., donde damos explicación de esas tendencias, de los proyectos en los que trabajamos y de la innovación abierta en la que estamos inmersos”.

En Onubafruit trabajan con un importante número de supermercados de Europa, “sabemos lo que quiere el mundo inglés, el alemán, francés”, afirma Francisco Sánchez, “y estudiamos detenidamente las tendencias, para detectar el constante cambio; si abrimos nuestro frigorífico, lo que teníamos hace 10 años se parece poco a lo que hay ahora”.

Por su parte, en Vicasol, su departamento de investigación se ha dedicado a trabajar de la mano con las casas de semillas y desde su departamento comercial se encuentran conectados con los lineales de los supermercados, que dictan la tendencia y qué se demanda en cada momento. “Con esta doble línea, nos adaptamos y trabajamos en la dirección marcada”, explica Juan Antonio González. “Por ejemplo, el año pasado sacamos el pepino mini, en Polonia nos demandaban el tomate rosa… cada lugar tiene sus propias tendencias”.

“Es fundamental que haya fluidez entre las cooperativas, los supermercados y el resto de eslabones de la cadena, además de detectar lo que el mercado demanda en cada zona, aunque sí hemos comprobado que en estos dos últimos años la tendencia es volver a lo tradicional; lamentablemente, el consumo de hortalizas en Europa ha bajado en torno a un 8-10%, y también hay que adaptarse a esa situación”.

El proceso de comenzar nuevas variedades

Fruits de Ponent cuenta con una Comisión de Variedades donde se decide cuáles saldrán adelante y cuáles no, “cada año aparecen muchísimas, sobre todo en hueso”, explica Josep Presseguer. “Tenemos acuerdos con todos los obtentores y la tendencia de desarrollo de variedades va hacia aquellas que se adapten a la emergencia climática, en un clima cálido como es el nuestro, son variedades que van hacia el ahorro de agua, hacia la minimización de horas en frío, resistentes a tipos de plaga y, por supuesto, que sean buenas para comer”.

La cooperativa catalana desarrolla un Programa Operativo de inversiones de entre uno y seis años, “ahí es donde podemos introducir la reconversión varietal”. En este punto matiza que “no podemos prohibir a ningún socio que plante ninguna variedad, pero los que lo hacen con variedades incluidas en la lista de la Comisión de Variedades son apoyados a través de subvención y ayuda financiera”.

El horizonte para llegar a sacar adelante exitosamente una nueva variedad está entre los ocho y los diez años. “Nuestros agricultores tienen la mente muy abierta y están interesados en poner encima de la mesa nuevas variedades; las que más juego dan a día de hoy son todas las de frutas de hueso”, añade Presseguer.

En Vicasol, su departamento técnico es el que se ocupa de decidir las nuevas variedades que salen adelante, “realizamos un trabajo de estudio”, explica Juan Antonio González, “y cuando decidimos una variedad u otra, comprobamos los parámetros de producción y que sea sostenible para el agricultor”.

Francisco Sánchez, de Onubafruit, afirma que “la investigación es un proceso largo y complejo, se trata de prueba y error; nosotros probamos muchísimas variedades al año, tienes unas expectativas, vas a los campos de ensayos hasta que lo llevas al agricultor. En Onubafruit somos nosotros los que decimos al agricultor qué variedades pueden salir, cuáles se pueden vender bien, van a producir más y en mejores condiciones”.

Sánchez explica que las nuevas variedades van ahora dirigidas hacia el sabor, “potenciar el sabor, pero creemos que eso es un arma de doble filo, porque sabor y una buena comercialización van muchas veces en sentidos diferentes; una fruta que tiene mucho azúcar seguramente tiene poca vida”.

Como ejemplo gráfico de este hecho Francisco Sánchez explica que Onubafruit factura anualmente aproximadamente 280 millones de euros, “y de esta cantidad, seis millones son de reclamaciones, es decir, fruta que llega a su destino en mal estado. De esta fruta, el 80% es porque se ha podrido, por eso se busca producción, evidentemente, y resistencia, tamaño y sabor, porque al final el supermercado que pide todo tu abanico de producción te exige un producto preferente en calibre, tamaño y resistencia”.

La respuesta del agricultor

“El agricultor está cada día más concienciado y más preparado para la innovación, pendiente de qué cultivos pueden ser mejores, aportarle rentabilidad y atender a las demandas del consumidor”, explica Maite Muruzábal, del Grupo AN. “Siempre trabajan de la mano de su cooperativa de primer grado y por supuesto con nosotros; se trabaja de una forma muy conjunta, porque por un lado ellos trasladan qué cosas pueden ser interesantes y desde AN se coordina la parte comercial”.

En Onubafruit, Francisco Sánchez sostiene que “el agricultor quiere tener una variedad que produzca y sea rentable, pero hasta que no lo ve, no lo cree”. Sin embargo, “sí apuesta por la investigación, por llegar a variedades resistentes y que produzcan en determinadas épocas”, explica en relación al caso de la fresa, que en condiciones de calor y temperatura sufre la enfermedad de la botrytis.

Desde Vicasol afirman que hay una doble vertiente: el agricultor que apuesta por la innovación y el que es más reticente y prefiere optar por cultivos tradicionales. “Si bien es cierto que el objetivo último de ambos perfiles es obtener la mayor rentabilidad de su cultivo. Es nuestra responsabilidad junto con las casas de semillas, como precursores de la innovación, encontrar nuevas variedades con altas resistencias a enfermedades, que permitan obtener más kilos al mismo tiempo que requieran menos insumos para su producción”, explica Juan Antonio González. Y añade que “la tendencia va hacia la rentabilidad y el ahorro de abono, de agua…, sacar el máximo de kilos con menos costes”.

Sin embargo, no se puede dejar de lado el problema actual del sector, tal como manifiesta Josep Presseguer, de Fruits de Ponent: “hay muy poca participación, muy poco trozo de tarta para el que realmente la crea, que es el productor; el problema en el reparto en la cadena de valor es tremendo y si no se pone remedio cada vez va a ser más difícil sostener el sector”.

“En el momento actual, los insumos que se necesitan se han incrementado en los últimos cuatro años una barbaridad y el precio que recibe el agricultor no se ha incrementado, el problema de viabilidad es evidente”. Sin embargo, Presseguer afirma que la solución pasa por la Ley de la Cadena Alimentaria, “es una muy buena iniciativa para asegurar como mínimo los costes a cada uno de los eslabones de la cadena; el problema es que eso funciona en el mercado nacional, pero cuando vas al europeo no hay armonización y es lo que realmente hace falta”.


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