Además, Cristóbal, creo que este texto quizás sea poco útil, ya que para los que tuvieron la suerte de conocerte en persona es posible que se quede corto. Es complicado destacar una entre tus múltiples facetas: ingeniero agrónomo, periodista, profesor, ganadero, persona familiar donde las haya y gran amigo de sus amigos … pero voy a intentarlo y creo que si tuviera que resaltar una palabra para definirte sería la misma que utilizabas para referirte al que fue tu referente, Luis Fernández Salcedo: humilde.
Te conocí en la ETSIA de Agrónomos, donde me diste clase de Fitotecnia en 5º. Fuiste un profesor cercano a tus alumnos, de los que saben que la técnica al final te la dan los libros y que las clases están para los matices. Porque la calle y el campo te dan esos matices, que a la postre son los que marcan la diferencia entre un jugador bueno y un crack.
Como ingeniero agrónomo especialista en el olivar sólo puedo hablar de oídas, de los que fueron tus amigos y que me contaron que, junto con José Humanes y Miguel Pastor en el Ministerio de Agricultura de los años 70, formaste el “tridente” que aupó al olivar español a lo que es hoy en día.
Como periodista, sí, periodista, porque te sacaste el título allá por los años 60, quedan tus textos. Claros y con conocimiento, sin estridencias, pero explicativos. Fuiste un “One club man” como director de la revista Agricultura, desde que tomaste el testigo de los fundadores a mitad de los 60 y nos lo pasaste a “los jóvenes” entrando en el siglo XXI. Más de 40 años de amor por una cabecera, por la que me preguntabas siempre que hablábamos, aunque yo te decía que ya somos mucho más. Para ti, Agricultura sí era mucho más que una revista.
Pero no sólo era Agricultura. Desde el 2000 nos animaste a lanzar Ganadería e hiciste todo lo posible para que la hermana pequeña creciera y se convirtiera en la referencia que es hoy. Porque tú vivías la ganadería, con tu ganado en la finca de “La Breña” en Sevilla. Tus vacas, tus cabras y ovejas… estabas más a gusto en el campo que entre moquetas, y se te notaba.
Siempre me hablaste de tu familia, de tus hermanas, a las que conocí y de tus sobrinos, de tu cariño por tu tierra, Osuna. De su Semana Santa y sus gentes. Y luego estamos los que nos consideramos tus amigos, independientemente de diferencias de edad, porque siempre te gustaba rodearte de gente joven. Recuerdo esas cervezas y olorosos, las copas de los primeros años al acabar la jornada en la revista no eran Champions, pero lo parecían para los que éramos chavales que empezábamos en esto de la comunicación.
Y finalmente, por si alguno aún no se ha dado cuenta por las referencias del texto, siempre me acordaré de tu afición por el fútbol y de tu amor por el Real Madrid. De la ilusión que te hizo recibir la medalla de 75 años de socio, de cómo me hablabas de la amistad de tu padre con Santiago Bernabéu y de las veces que fuiste a ver las finales de la Copa de Europa. Saber ganar y perder con elegancia… eso es la grandeza, y no la tiene sólo un club o una editorial, la tienen las personas que, como tú, hicieron posible que llegáramos donde estamos.
Hasta siempre Cristóbal.