La palabra “biodiversidad” forma parte ya del vocabulario habitual del sector agrario, aunque proceda del mundo del medio ambiente. Así como “ecosistema” derivó en “agroecosistema”, el concepto de biodiversidad atravesó sin peaje la frontera entre su estudio en montañas, bosques, selvas o arrecifes de coral y su reconocimiento en huertas, campos de frutales o invernaderos. Incluso fue ganando importancia en ámbitos como los referidos a cultivos, normalmente tradicionales, que atesoraban gran variedad de fenotipos y diversidad genética, como es el caso de los maíces o millos o las papas antiguas de Canarias, ejemplos de “biodiversidad cultivada”. Además, cada vez tiene más peso en el ámbito legislativo, incluso a veces con el riesgo de quedarse en mero contenido literario de reglamentos y protocolos sin llegar de manera efectiva a campo, especialmente cuando se reduce su significado a “diversidad biológica”, correcta etimología, pero incompleta ya que el término debe ir siempre asociado al adjetivo “funcional”.
El principal y más evidente aporte de la biodiversidad viene dado por la función de las especies de plantas con flor cuyo polen y néctar sirve de alimento a los insectos auxiliares (Quintano 2022).
En algunos casos (como los sírfidos o crisopas) los adultos se alimentan de polen, pero sus estados juveniles (larvas) son voraces depredadores de otros insectos. También hay ácaros auxiliares (fitoseidos) que se pueden alimentar de polen si el nivel de ácaros plaga (su alimento habitual) no es muy alto. Por lo tanto, la siembra o plantación de estas especies de plantas es una buena práctica agraria. En los cultivos tropicales de Canarias, según el cultivo, ambiente, configuración de las parcelas, tipo de riego, etc. se puede hacer acoplando en los márgenes de las huertas algunos laterales con goteros para regar estas plantas, aunque también se pueden plantar en el pie de las matas o siguiendo la propia línea de riego. También aprovechando zonas improductivas de la finca, rincones o esquinas, bordes de muros y caminos, etc.
Se presentan en este artículo dos modelos diferentes pero representativos del concepto de biodiversidad en dos cultivos tropicales de Canarias, la platanera y el aguacate. Se trata de fincas reales, comerciales y no experimentales, ubicadas en la isla de Tenerife en las cuales la implantación de la biodiversidad se ha llevado a cabo por dos vías diferentes, introduciendo elementos en un caso y permitiendo el desarrollo de los preexistentes en el otro.
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