En la última década, la mano de obra familiar en las explotaciones agrarias ha disminuido prácticamente a la mitad, fruto sobre todo del envejecimiento de los titulares de explotación que no encuentran todo el relevo que necesitan. Una cifra lo explica claro: este otoño se bajó por primera vez en nuestra historia del millón de empleados que se dedican al sector primario en España, llegando al 4,68% del total de afiliados a la Seguridad Social.
Es cierto que históricamente las condiciones laborales y económicas de nuestro sector no han sido precisamente las mejores. El trabajo en el campo no implica fichar a la entrada y a la salida, ni se “cae el bolígrafo” el viernes por la tarde, lo que provoca que muchos potenciales trabajadores busquen oportunidades en otros sectores con mejores condiciones.
Pero también es una realidad que el sector ha cambiado mucho, y a mejor. El trabajo es duro, sí, pero ni mucho menos lo que era hace unas décadas. La tecnología surge en todos los ámbitos y facilita prácticamente todas las labores realizadas y los salarios siguen siendo más bajos de lo que deberían ser, pero no muy alejados de los que se ofrecen en la ciudad por puestos similares.
Uno de los puntos más dramáticos de la mano de obra agraria es la escasez de trabajadores temporales, temporeros esenciales en épocas clave como la cosecha. Sin ir más lejos, en la cosecha de la fresa en 2023 fueron limitantes, ya que no se cubrieron alrededor de 3.000 puestos de trabajo. En el olivar, el año pasado no hubo suficiente mano de obra para la recogida de la aceituna, pero al ser un año de producción raquítica a causa de la sequía, se pudo “salvar el corte”. Esta campaña ya en marcha se considera normal… y van a faltar manos para recoger la aceituna, sobre todo si el precio no acompaña.
Por otra parte, a muchos nos extraña que esto ocurra en un país con unas tasas de desempleo superiores al 11%, aunque sean las menores en 15 años. Quizás nos hemos acostumbrado a un tipo de trabajo diferente y la sociedad actual es la que es y no la que nos gustaría que fuera.
También quisiera poner el foco en otro hecho, las cifras de inmigración ilegal. Este 2024 se ha batido un triste récord: el de la inmigración irregular en patera. Un total de 57.738 personas han llegado a las costas españolas poniendo en riesgo su vida en la búsqueda de un futuro mejor, huyendo de la miseria.
Ese es precisamente el título de una interesante exposición fotográfica que en estas fechas navideñas se encuentra en la sede del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, 'Huir de la miseria. Una exposición sobre los temporeros españoles en Europa', que recomiendo visitar. En ella se muestran los principales movimientos cíclicos de temporeros españoles en la última mitad del siglo XX al norte de Europa, a cultivos como la remolacha, el arroz, la vendimia o la recogida de fruta.
Es cierto que nada es sencillo, pero ¿y si estos nuevos migrantes fueran parte de la solución a nuestro problema de mano de obra agraria, como lo fuimos nosotros para las fábricas alemanas o suizas? De facto ya lo están siendo y lo mismo lo que hay que hacer es reconocer esta realidad, regularizar adecuadamente y formar a gente que muchas veces viene del medio rural de sus países.
Si se encauza adecuadamente, un problema puede ser parte de una solución. Trabajemos por conseguirlo.