Innovación genética frente a diferentes tipos de estrés
Elena Sáenz, directora de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE), destaca cómo la innovación genética está haciendo plantas cada vez más resistentes. "La investigación destinada a la obtención de nuevas variedades vegetales es estratégica para afrontar los retos que plantea la producción agraria. Es preciso desplegar todas las oportunidades que brinda la biotecnología y la edición genética para acelerar el proceso de desarrollo de las nuevas variedades y pasar de los 12-15 años actuales a los 3-4 años si se utilizan tecnologías como CRISPR", explica.
Desde ANOVE, explica Elena Sáenz que estamos viviendo una auténtica revolución: “Se están generando conceptos nuevos como la agricultura regenerativa que diseñan sistemas productivos que regeneren el suelo, aumenten la biodiversidad y capturen carbono. Se buscan nuevos entornos productivos como la producción vertical y bajo ambiente controlado”.
“Hay un hecho evidente, y es que a pesar de las condiciones adversas que se están desarrollando en los últimos años, las nuevas variedades están consiguiendo soslayar estos impactos y continúan incrementando los rendimientos año tras año. También influye mucho la calidad de la semilla utilizada. La semilla certificada asegura que está ausente de malas hierbas, impurezas y plagas, así como un alto grado de germinación, lo que asegura la nascencia en las mejores condiciones y el buen desarrollo del cultivo”, añade la directora de ANOVE.
Agrigenómica: el núcleo de la resiliencia agrícola
En esa misma línea trabaja Ana Caño-Delgado, investigadora del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), del que participa el CSIC: "Los problemas provocados por el estrés abiótico, sequía y calor provienen de alteraciones complejas en la planta que dependen de múltiples rasgos genéticos. Es por ello que conocer las vías moleculares de señalización celular para cada planta y cada estrés es la clave para poder implementar mediante biotecnología mejoras en la producción en las próximas décadas", comenta.
En el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) se desarrolla una importante labor investigadora, pero Ana Caño-Delgado no olvida el papel crucial del agricultor: “Para resolver un problema tan complejo todo suma, las buenas prácticas agrícolas unidas a la implementación de las tecnologías tendrán impacto positivo”.
Las semillas son la primera línea de defensa de la ingeniería agronómica
Ángel Gonzalez del Brío (especialista en Agroservicios y Producción de KWS Semillas Ibérica) subraya que la mejora vegetal es la base para obtener plantas más resistentes a estrés tanto biótico como abiótico. "Dentro de KWS tenemos programas de mejora genética enfocados principalmente a un uso más eficiente del agua, con variedades que poseen una mayor tolerancia al estrés por falta de agua, o altas temperaturas", asegura.
La aplicación de la innovación no solo aumenta los rendimientos, sino que también promueve prácticas agrícolas sostenibles. La combinación de mejora vegetal, con la digitalización y las buenas prácticas es la fórmula del éxito. “Las nuevas técnicas genómicas y su regulación son el futuro del sector agrícola en cuanto a la mejora vegetal. Estas técnicas nos permiten obtener mejoras varietales en un tiempo considerablemente menor, que las técnicas de mejoramiento actuales. Para que se hagan una idea, para obtener una variedad comercial se necesitan al menos 10 años, con estas nuevas técnicas podríamos reducir considerablemente este periodo. Además, el avance de las tecnologías (drones, sistemas SIG, agricultura 4.0…) también nos ayudan en la toma de decisiones y precisión en cuanto al manejo del cultivo, siendo más sostenibles y eficientes en el consumo de agua y uso de pesticidas y fertilizantes”, añade Gonzalez del Brío, de KWS Semillas Ibérica.
Colaboración internacional: el impacto de Europatat
Berta Redondo, secretaria general de Europatat (Asociación Europea del Comercio de la Patata), destaca la importancia de la cooperación internacional para resolver los problemas climáticos. "La clave está en la investigación genética y en desarrollar nuevas variedades con mayor tolerancia tanto a cambios climáticos extremos como a plagas que ya existen o que puedan llegar en el futuro. A pie de campo, el uso de drones y otras herramientas de precisión que permiten controlar al detalle el crecimiento del cultivo y reaccionar a tiempo son también un buen ejemplo de cómo la innovación se pone al servicio de la agricultura", comenta.
Un ejemplo de todo ello es el proyecto europeo ADAPT, en el que Europatat participa, y cuyas “líneas de investigación se están centrando actualmente en determinar las respuestas moleculares y fenotípicas de la patata a condiciones de estrés ambiental combinadas, como el calor, la sequía y las inundaciones", añade Berta Redondo.
Una agricultura preparada para el futuro
La integración de biotecnología, las herramientas digitales y alianzas entre entidades son fundamentales para que la agricultura sea resiliente frente al estrés hídrico o la inestabilidad meteorológica, por poner dos ejemplos. Estas soluciones, además de garantizar la sostenibilidad, nos ayudan a optimizar los recursos disponibles. El futuro de la agricultura depende de la innovación y el compromiso para implantar cuanto antes todas estas mejoras.
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