El deshojado temprano, aplicado antes del estado fenológico de floración, se concibe como una técnica de control del rendimiento y de mejora de la sanidad de la uva, orientada a incrementar la calidad del vino. El efecto inmediato del deshojado temprano se basa en la relación funcional existente entre el potencial productivo y la disponibilidad de azúcares en el momento de la floración (Diago 2010).
Los trabajos sobre deshojado temprano se realizaron inicialmente en variedades tintas, como Sangiovese y Trebbiano (Poni et al. 2006), mostrando que la eliminación de cuatro a seis hojas de la parte basal del pámpano en floración limita el cuajado o el desarrollo inicial de la baya, y por tanto su tamaño final, dando lugar a racimos de menor peso y menos compactos, de mayor calidad, gracias al incremento de la concentración de azúcares, antocianos y polifenoles totales. Además, dicha intervención reduce la incidencia de Botrytis cinerea y otras enfermedades fúngicas, generando mayor sanidad en el viñedo y en la uva (Smith y Centinari 2019).
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